Conflictividad y Partidos Políticos

Alma Aguilar de Ajkem/Tejedores

Debe ser imperativo hablar con seriedad sobre reformas a la Ley Electoral.

Guatemala, en su corto periodo democrático, y como recientemente lo describió Edelberto Torres, se ha convertido en el cementerio de partidos políticos más grande de Latinoamérica. La democracia en nuestra sociedad ha sido reducida a la elección de representantes, y derivado de esta limitación, nuestro pacto social en materia electoral y de partidos políticos debe ser reestructurada o reformada.

Conociendo la dinámica social, durante las campañas políticas, que cada vez son más anticipadas, encontramos a políticos que hacen gala de una serie de ofrecimientos. Ofrecimientos con base a las necesidades históricas que se constituyen en una fuente de esperanza. Desafortunadamente la historia también nos ha demostrado que estas ofertas de campaña no pueden ser cumplidas en su totalidad, lo que convierte estas necesidades válidas en un foco de conflictividad. Podemos hacer la analogía de que Guatemala es como un cohete de mecha corta. Los niveles de conflictividad van en aumento y mucho está relacionado a la irresponsabilidad de las agrupaciones políticas, que poco conocen de la estructura y del funcionamiento del aparato estatal, al hacer promesas inviables y desfinanciadas, a lo que debemos sumar que el partido político en el poder, debe responder a los intereses de los financistas de la campaña política. 

Es por ello que debe ser imperativo hablar con seriedad y responsabilidad sobre reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos. Un proceso que nos permita colocar sobre la mesa medios de control sobre las formas y fuentes de los partidos políticos y de las campañas electorales, buscando fortalecer el financiamiento público, para que de esta manera puede fortalecer la independencia de los partidos del capital privado legal e ilegal, y favorecer el funcionamiento institucional y permanente de los partidos políticos. Establecer límites políticos y éticos que promuevan el diálogo y el debate de altura; complementariamente debemos de buscar una normativa política-electoral que mejore el desempeño institucional y la rendición de cuentas de los partidos, acompañada de la ?scalización externa. Transversalmente también se deben replantear los partidos políticos como un espacio de inclusión y realizar las acciones correspondientes para su democratización interna, para que de esta manera se generen vínculos con la ciudadanía. 

Los ciudadanos debemos tener claro que la única forma de realizar cambios significativos de manera estructural es llegar a puestos de poder por la vía de los partidos políticos, y allí es donde radica su importancia.

Post original: http://www.elperiodico.com.gt/es/20130425/opinion/227400/

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